De mi mente a la pantalla

viernes, 16 de diciembre de 2011

retazos de mi tierra

 Llega diciembre, las navidades, el turrón, el champán, los villancicos, los regalos... Pero hay una cosa que me encanta de esta época del año, mucho más importante para mí que todo lo anterior (por raro que suene), y es la lluvia. ¿La lluvia? ¡¡Pero si hace frío, y no se puede salir porque está todo mojado!! A estas alturas de la vida ya deberíais haberos dado cuenta de que no soy una persona muy normal, pero es diciembre y en diciembre tiene que llover, lo mismo que en agosto tiene que hacer un calor que achicharre hasta a las hormigas.
Porque como bien dice un refrán de mi tierruca: "llueva a tiempu y juera cuentus", que viene a significar algo así como que en cada estación tiene que hacer el tiempo que le corresponda.
Y es que en el norte donde vivo, la lluvia es nuestra más vieja compañera. Nos empapa día sí y día también, nos produce resfriados, nos fastidia los días de fiesta, pero gracias a ella podemos disfrutar de un paisaje tan verde y fresco como el que tenemos y del que muy pocos pueden disfrutar en los tiempos que corren (desgraciadamente).
Los días de lluvia... ¿No os parecen fantásticos? El olor a tierra mojada, o a asfalto húmedo. Ver caer las gotas cuando pasan por delante de las farolas, las luces de navidad y los focos de los coches. El ambiente cargado que se pone en los bares cuando entra todo el mundo en manada (excepto los pobrecillos que tienen que salir a fumar). Poder usar paraguas y cantar "singing in the rain" agarrado a una farola con un inglés de pueblo, mientras la gente te mira raro. La sensación tan extraña que producen los calcetines mojados dentro de los zapatos. El relajante sonido de las gotitas de agua cayendo sobre las persianas de tu cuarto por la noche. La satisfacción de tomarse un buen chocolate caliente, mientras sientes cómo se filtra el cálido cacao por tu cuerpo eliminando por completo el frío...
Sí, el invierno me fascina. Las musas me acompañan los días de invierno, me inspiran (eso, y que como no puedo salir a la calle me entran ganas de escribir jajaja). Me encanta salir a la calle cuando llueve, caminar hasta una colina desde donde se vean la luna y las estrellas y allí, si no me he espatarrado por el camino y me he caído al río, cerrar mi paraguas, mirar hacia arriba y sentir la lluvia y la luz de la luna en mi cara.
El granizo también me gusta. Puede parecer extraño, pero la sensación que producen los granizos cuando chocan contra las manos frías y doloridas me parece muy relajante.
Y la nieve, tan blanca y pura, acumulada en la cumbre de los montes. Cuando voy en invierno a la montaña con mis güelus (ya que estoy metida en el papel de una persona de pueblu, hablemos como tal) me gusta dar paseos por los senderos nevados. Me hacen sentir como Heidi en sus queridos Alpes suizos. Me siento en conexión con mis raíces y con la naturaleza. Me pongo el abrigo, las botas de montaña, mi gorro, cojo la vara de avellano de mi güelu y empiezo a caminar. Me encuentro con la gente de la montaña (casi todos familiares míos, ya sabéis, en los pueblos todos son familiares lejanos tuyos), me paro a hablar con algún que otro perro que me encuentre por el camino y regreso a mi casa para ponerme en frente del fuego.
Si, definitivamente, y a pesar de sus muchas desventajas, una de las cosas que más me gustan en esta vida es la lluvia.






                     

                               En la foto se ve una noche de lluvia en Cantabria desde mi ventana

2 comentarios:

  1. Definitivamente, yo también adoro los días de lluvia. Cuando era más pequeña, acostumbraba a relacionar la lluvia con la purificación (supongo que porque se lo oiría mencionar a mi madre en alguna ocasión). Tal y como yo pensaba, la lluvia arrastraba todo lo malo, le hacía un "lavado de cara" y lo transformaba de nuevo en bello y puro. Se llevaba mis problemas. Y por eso adoro la lluvia.
    Genial, como siempre, y muy personal sobre todo.

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  2. Me es imposible no comentar este post.
    Yo he sentido Retazos de la vida. Hasta he olido la tierra mojada.
    Es divertido, interesante y nada aburrido leer como juntas las palabras para transmitir "cosas".
    Para mí, más que un texto, una manera genial de plasmar una sensación. Me ha encantao!!!

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