Prometo estar ahí siempre que me necesites. Te acompañaré cuando estés solo, o simplemente cuando quieras que esté contigo. Cada vez que me acuerde de ti, te lo haré saber. Cuidaré de ti de la mejor forma que sepa. Miraré todas las noches debajo de tu cama, dentro de tu armario, detrás de tu puerta y de todas y cada una de las esquinas de tu habitación para comprobar que no hay monstruos acechándote. Besaré tus heridas para que se curen antes. Te cantaré siempre que me lo pidas las canciones más hermosas que conozca. Te echaré de menos cuando no estés, pero jamás te echaré de más cuando te tenga a mi lado. Prometo quererte siempre que lo necesite, que lo necesites, y cuando no haga falta también te querré. Te sostendré entre mis brazos cuando te vea caer. Te daré las gracias todos los días de mi vida por todo lo que has hecho por mí. Seré la luna de tus noches....
A cambio de ello, sólo te pido una cosa: coge mi mano y no la sueltes nunca.
"A cambio de ello, sólo te pido una cosa: coge mi mano y no la sueltes nunca."
ResponderEliminarEse final ha rematado (y correctamente) el relato. Muy bien hecho, también estoy de acuerdo con él (como me pasa con tus textos de costumbre).
Ahora que estamos a punto de comenzar el 2012 quiero dejarte aquí un consejo (que ya te imaginaras) pero así lo tienes aquí escrito: Jamás dejes de escribir.
Nada más que añadir.
Muchas gracias Alba. Y lo mismo digo, nunca jamás dejes de escribir :)
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