Por fin había llegado el día. ¡Estaba tan nerviosa!. Ya estaba todo preparado: los globos, la música, los juegos, la mesa, la tarta, las velas, una piñata enorme rellena de caramelos... Sólo faltaba una cosa, los invitados. Había invitado a toda su clase. Vendrían Joni y Alba, que eran sus mejores amigos; el dúo inseparable de Patricia y Sofía; las pequeñas Laura y Leila; Naomi, la alumna nueva; Carla, Mauri, Paula, Alejandro, Irene, Lara, Ruth.... ¡Absolutamente todos!
Cuando llegó la hora de la fiesta de cumpleaños, todos traían un regalo. Algunos eran muy grandes, otros eran más pequeños, unos más decorados y otros menos, pero absolutamente todos estaban envueltos en el misterio del "¿qué habrá dentro?". Se sentaron en la mesa y cuando todos se dispusieron a comer, la pequeña cumpleañera alzó la voz:
-Esperad, no empecéis todavía. Quiero presentaros a alguien.
Abrió la puerta de casa, y mandó pasar a un niño más.
-Este es Akram. Sus padres se acaban de mudar al barrio, y son nuestros vecinos.
Los compañeros se acercaron a él y le miraron de arriba a abajo. Era tan... diferente. Su piel era oscura, sus ojos y su pelo negros como el azabache, y hablaba con un acento muy extraño. Ninguno quería hablar con él, ni jugar con él, ni estar a su lado.
Cuando se sentaron de nuevo para comer, cada uno tenía un plato lleno delante, pero había 3 de ellos que no tenían nada. Los dueños de esos platos se pusieron muy tristes, porque no tenían nada para comer. El resto de compañeros no parecieron darse ni cuenta, ya estaban muy centrados en comerse hasta el último dulce. Entonces, Akram cogió su plato y compartió su contenido con los 3 niños. Ahora no tenía tantos dulces como sus compañeros, pero se sentía bien sabiendo que todos podían probarlos.
Los chicos pusieron todos un gesto de vergüenza en sus caras. Parecieron madurar por un instante. Se volvieron humildes. Le preguntaron por qué había hecho eso, y Akram les respondió:
- En el pueblo de donde vengo, Akram, mi nombre, significa "muy generoso". Por ello mis padres siempre me han enseñado a ser así, generoso. Me apenaba mucho la idea de que no pudieran comer nada, así que he decidido compartir mi plato con ellos.
Todos le miraron avergonzados de si mismos. ¿Cómo podían ser tan egoístas?.
Cuando acabaron de comer fueron a jugar. Akram se sentó en una esquina. Entonces los chicos le llamaron, le dieron un palo y le dijeron:
-Adelante, rompe tu la piñata.
El chico salió corriendo hacia ellos. Cogió el palo y le dio a la piñata con todas sus fuerzas. Comenzaron a salir caramelos sin parar. Sus compañeros, en vez de abalanzarse a por ellos como fieras, los cogieron todos, los contaron y los repartieron para que todos tuvieran el mismo número de caramelos.
La fiesta terminó, y Akram se fue a su casa con un montón de caramelos y un grupo de amigos nuevos.
<<Vivir en cualquier parte del mundo hoy y estar contra la igualdad por motivo de raza o de color es como vivir en Alaska y estar contra la nieve.>>
William Faulkner
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