De mi mente a la pantalla

martes, 13 de diciembre de 2011

It's too cold outside for angels to fly

Tan perfecta era aquella dama que empapó mi corazón como si de un aguacero se tratase, y hoy día sigo buscando un abanico que logre hacerlo secar.

Todos los días se despierta, se fuma un cigarrillo, se planta sus converse desgastadas, sus pantalones pitillos y su camisa de cuadros de un estilo tan grunge como siempre y sale a la calle con los labios color burdeos plasmados en la cara. Pero a pesar de ello no le gusta la rutina, y desayuna todos los días una cosa diferente en un sitio diferente. Le gusta llevar encima una foto distinta cada día, siempre divertida, por si se siente flaquear en algún momento poder sentarse en el bordillo de la acera a contemplarla y olvidarse de sus problemas. Es una chica que esquiva las rayas blancas de los pasos de cebra, come regaliz y ositos de gominola y le encanta el sabor del alcohol barato.
Su pelo es de un precioso color marrón, con destellos rojizos y ocres, y peine como se lo peine o corte como se lo corte, siempre le queda bien. Tiene la piel morena, como si no existiesen inviernos en su vida. Apenas recuerdo sus ojos, pues la mayor parte del tiempo los tenía cerrados, como si cada vez que viese algo hermoso lo quisiese retener en las retinas el mayor tiempo posible. Pero si que los recuerdo brillantes, enfocados por la luz ámbar de las farolas, de un color azabache intenso, tan intenso que cuando los mirabas creías quedarte atrapado dentro de ellos y descender por el infinito. Me encantaban sus ojos. Sus ojos y su boca. Esa boca que no besaba, te hacía el amor, te recitaba poesía con sólo rozarte. Era muy difícil ver una sonrisa en su cara, pero cuando sonreía lo hacía de verdad. Sus labios perfectamente desgastados por la nicotina te hacían sentir la persona más pequeña del mundo.
Aún recuerdo nuestra último día juntas. Lo recuerdo todos los días, a todas horas. Fue tan especial para las dos... Compramos dos botellas de nuestro whisky favorito, un paquete de Lucky Strike y la noche se hizo nuestra. Hay una pequeña laguna después de eso y, sin saber cómo, aparecimos en mi cama. Ella estaba encima mío. Me cogió la mano y me besó. Sus besos, sus dulces besos sabían a sexo y chocolate. Hicimos el amor durante toda la noche, como dos adolescentes en celo. Luego dormimos abrazadas, tan quietas, como si nos estuviesen retratando. A la mañana siguiente ella estaba sentada en el borde de la cama, de espaldas a mi. Se recogió el pelo en una coleta y pude ver aquel tatuaje de su cuello que me volvía loca. Tenía un cigarrillo reposado sobre sus labios, que se consumía dulcemente con cada calada. El humo flotaba con cierta ingravidez por la habitación, y se mezclaba con el olor a tostadas y eau de Rochas.
-Buenos días- Le dije. Ella me miró de reojo y sonrió, y fue entonces cuando comprendí que aquella sería la última vez que me dedicaría su sonrisa perfecta, sólo para mi.

2 comentarios:

  1. Queda prohibido dejar a tus amigos,
    no intentar comprender lo que vivieron juntos,
    llamarles solo cuando los necesitas. (Neruda)
    Me encantan los olores de tu relato...

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  2. Queda prohibido no ser tú ante la gente...
    Este texto lo tenía escrito desde hace ya tiempo, pero no tuve el valor de subirlo hasta ahora.
    Gracias por el comentario.
    :)

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