in this times for drugs and changes

*Vacía.
Vacía como una botella de ron en un bar de carretera. Como la mirada de una madre que ha perdido a su retoño. Como la melodía de un piano que canta para nadie. Como unas palabras dedicadas a un receptor inexistente. Como el sexo sin amor. Como el silbido de un pájaro encarcelado. Como unas lágrimas que lloran por que sí. Como una bala disparada hacia ninguna parte.
Vacía de todo, y a la vez llena del propio vacío.

*Ahogada.
Ahogada de *penas, de *tensión, de *decepción. Ahogada por agua, glucosa, sodio y potasio.


Mi alegría se va *muriendo. Se va desprendiendo de mi con cada respiración, con cada lágrima, con cada canción melancólica.
Me hundo. Me sumo en la *tristeza. Ella me llama, me invita a pasar. Me está recibiendo con las puertas abiertas disfrazada de buenas intenciones, al igual que Calipso, hija de Atlas, trataba de encandilar a Odiseo ofreciéndole vida y juventud eternas a cambio de olvidar su otra vida.
Me atrapan el *desasosiego y la *frustración con sus alargados y fríos brazos. Me rodean, me llaman, y cuando me tienen no me sueltan.
Yo intento escapar, pero es como una droga de la que no te puedes desenganchar. El dolor es mi heroína, la tristeza mi LSD, las lágrimas mi speed y él....
Él es la droga más fuerte que existe. Las demás no son nada comparadas con él, y es por él por quien me gusta ser una "yonqui", por así decirlo. Y es por él también por quien dejaré el resto de mis drogas particulares.
Porque el tiempo y las lecciones me han enseñado una cosa: No hay droga más fuerte que el amor, y si éste es correspondido, no hay droga más efectiva y menos dañina para las personas. Me he dado cuenta de que no necesito más droga que él, y lucharé por no perderle. Juro y perjuro que no pienso dejar que se me escape de las manos. No así, por algo como esto.
*TE LO PROMETO*.