De mi mente a la pantalla

martes, 7 de junio de 2011

cualquier tarde tonta nos podemos encontrar

Todos los días la misma rutina: levantarse pronto para ir a la oficina; coger el atasco de las siete y media; sentarse en la misma silla de siempre para ver a sus odiosos compañeros de siempre y tener que aguantar a los clientes de siempre; salir del trabajo; cenar con sus padres en un restaurante de lujo mientras hablan de lo bien que les va la vida y volver a casa. Todos los días iguales excepto ese.
Aquel extraño 4 de febrero algo cambió su rutina por completo. Estaba sentada en su mesa, asfixiada entre montones de informes, y entonces entro él. Tanteando con la mano derecha extendida encontró la silla de su habitáculo y se sentó. Estuvieron todo el rato hablando de papeleo y al finalizar su turno y salir por la puerta, tres palabras la detuvieron. -¿Sales esta noche?. No lo conocía de nada, pero aun así acepto.
Fueron a cenar pizza y batidos. Después fueron a un cine barato a ver una película de serie B, y estuvieron hablando de todos sus defectos. Aparentemente ella era una "niña bien" que lo tenía todo, pero la realidad era otra. Ella sólo era una niña criada en una "familia bien", a la que le faltaba alguien con quien poder hacer cosas normales y con quien poder hablar de cosas normales. Estaba harta de que la gente se fijase sólo en su exterior, en su apariencia.
Al llegar el momento de despedirse, el joven dijo: - Estás preciosa esta noche... Ella le contestó que cómo podía saberlo, ya que era ciego. Él perfiló una sonrisa en los labios, y cogiéndola de la mano le dijo:
 -Soy ciego, pero el resto de sentidos aún me funcionan. Por como hablas deduzco que eres una chica muy femenina, con los rasgos faciales delicados. Eres igual de alta que yo. Llevas colonia de frutas, lo que me dice que eres una persona dulce y cariñosa. En cuanto a la estética, llevas unos vaqueros rotos y desgastados, una camisa posiblemente de cuadros, de color claro por la claridad que puedo percibir y, por el ruido que haces al andar, seguramente lleves converses. Tienes un pelo muy fino, recogido en una coleta, con el flequillo suelto, porque de vez en cuando noto como ladeas la cabeza para colocártelo...¿quieres que siga?.
-No hace falta- contestó ella, y le besó. Ella subió las escaleras, y antes de perderle de vista por completo le dijo: - Por cierto, tu tampoco estás nada mal.
Era todo lo que estaba buscando, y había sido él quien la había encontrado a ella aquella anodina mañana de febrero del 93.
vero's thoughts'·®






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