Tengo la necesidad de escribir. No me apetece hacer criticas sociales, ni reflexiones personales, ni textos sobre amar... simplemente escribir lo primero que se me pase por la cabeza. Acurrucada al borde de mi cama miro el reloj. Son las tres y treinta y tres. Me levanto, escucho, lloro, pienso, escribo y me vuelvo a acurrucar. Miro por la ventana y veo a dos gatos subidos a un tejado sin pensar en nada. El viento mueve los columpios, y una luz naranja baña el parque acompañada de un excelente sonido a silencio. El cielo tiene un cierto resplandor de color amarillo radiactivo que impide ver las estrellas. Hay tanta contaminación lumínica que no se puede ver la luna si quiera. Un par de coches alumbran la noche con sus faros, e irrumpen en medio del silencio por un instante, dejando tras de sí un olor a goma quemada y gasolina. Dentro de casa una guitarra eléctrica desconectada de su amplificador suena en la habitación de al lado, mezclándose con unos ronquidos procedentes del final del pasillo y con los maullidos de un gato enclaustrado en la cocina. El parqué viejo hace un ruido estremecedor, como de película de terror, con cada paso que doy. Miro el reloj otra vez y tan solo son las tres y treinta y ocho. Es increíble todo lo que sucede en tan solo unos minutos, y es más increíble aun que nunca me haya dado cuenta de ello. Una noche cualquiera puede tornarse diferente y maravillosa si te paras a observar todo lo que sucede en ella.
vero's thoughts'.®
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